martes, 10 de agosto de 2010

Martes 10/8/10, 22:27

Mañana trágica, en parte por mi costumbre de dejar todo para último momento, y algo más por la de CONICET, que cambia de manera artera el que tenía por último día, que no era hoy sino ayer.  Gestiones para enviar los presentación a postdoc de todos modos. Entre las 8 y las 9 y 45, momento en que consigo comunicarme, me entrego por completo a la desesperación. (Entre las 8 y las 8 y 15, hasta que J. se da cuenta que no me había equivocado de día, como pensaba hasta ahí, amén de la desesperación incurro en valoraciones poco elogiosas sobre mi persona). A eso de las diez me llega el mail tranquilizador: “El tiempo de tu labor ha sido otorgado. Envío los documentos y me tomo el día, el primero de este mes y medio de trabajo continuado. Me clavo una hamburguesa, leo (literatura) y duermo la siesta en el río.