jueves, 28 de enero de 2010

Jueves 28/1/10, 7:17

Antes de avanzar con el análisis del material empírico inoculo con el desayuno lecciones de buena práctica científica: releo un capítulo de El loro de Flaubert, de Julian Barnes, al tiempo que sopo las Frutigran en el café con leche. Una crítica literaria señala que Flaubert describe con tres colores distintos los ojos de Madame Bovary, y de ahí infiere que el autor no trabaja la construcción externa del personaje con mucha dedicación. Barnes cita varios pasajes en que Flaubert habla del carácter tornasolado de los ojos de Emma en el libro. Cita además otras fuentes: un amigo de Flaubert cuenta que ha inspirado su personaje en la esposa de un médico, cuyos ojos son de color incierto: según la luz grises, azules, verdes. Dice Barnes: “Sería interesante comparar el tiempo que se pasó Flaubert esforzándose por conseguir que su heroína tuviera los ojos raros y difíciles de una adúltera trágica, con el que dedicó la doctora Enid Starkie a dejarle en ridículo (...) En conjunto, me parece una muestra de negligencia académica con un escritor que, de uno u otro modo, le pagó buena parte de sus facturas del gas”. (Estragos que provoca la tesis: aún siendo para consumo personal, no identificar la página de la cita me produce una suerte de náusea. No se puede vivir así).