sábado, 23 de enero de 2010

Sábado 23/1/10, 12:33

Ayer: horas extras en las que trabajo algo poseído, como en una fiebre. Corrijo, reescribo, aumento, aclaro. Termino empapado de sudor. (Cuadro dantesco, que la exigüidad de mi atuendo no hace sino empeorar). ¿Dónde está toda esa energía cuando más la necesito, cuando el capítulo es un balbuceo y me domina la abulia, el desánimo? Recién me posesiono cuando lo tengo del cogote, contra las cuerdas, cuando ya lo fui venciendo, trabajosamente, párrafo a párrafo, intermitente, moroso. (Nota: planear excursión a Once para abastecerme de prendas íntimas; vigilar la evolución del uso de metáforas pugilísticas y de mis sudoraciones; dejar de hacerme preguntas a mí mismo).