martes, 2 de febrero de 2010

Martes 2/2/10, 17:38

Revisando las notas de campo revivo las inquietudes de mis días de etnógrafo, que si bien no agravaron una hipocondría que podría definir como amateur, le han provisto una nueva nosografía -paladar, oído, tibia, apéndice, etcétera. En mis registros, una formulación perfecta en este párrafo de A.: “El oncólogo llegó una hora tarde y estuvimos charlando con dos señoras. Una contaba cómo tenía el tumor en un lugar, luego le apareció en otro lado, en otro, y cómo iban tratando y lastimando diferentes partes de su cuerpo. La otra señora se incomodaba con el relato de esta señora y yo la escuchaba y algo que pensaba y que reprimía era: ‘señora, cállese la boca, no me destruya la idea de que esas cosas no pasan’”.