miércoles, 10 de febrero de 2010

Miércoles 10/2/10, 16:34

A la tarde, viene a trabajar en casa F. Estas horas a su entera disposición. Obedezco órdenes sin protestar: levanto la cama y el sillón para que limpie abajo, despejo el escritorio. Como en Casa tomada, me voy corriendo de una habitación a otra. Termino recluido en el dormitorio, recostado en la cama con la computadora en la falda. Me da calor; después me pica. Espero a que F. me autorice a volver a mi puesto. La Wifi llega al dormitorio -debe soplar viento del río. Aflojo las condiciones que me he impuesto. Ninguna revelación: fútbol mañana, gano la lotería en Grecia e Inglaterra, promoción de inquietantes productos masculinos, mails institucionales, etc. No debí repetir el plato de arroz con salsa. Aire acondicionado y siesta.